lunes, 14 de abril de 2014

Amigas

Ayer me crucé con Ale en una calle de mi pueblo. Una sorpresa a medias, me había escrito por face que estaría por aquí lunes y martes y que me avisaba para vernos. Pero siendo día de semana, ya me había olvidado. Quedamos en tomar un café a la siesta, en la casa de su mamá, que ahora vive en un departamento, cuarto piso, acá en el pueblo, cómo cambiaron los tiempos. “La casa de la Ale” siempre será la otra.
Cuando llego veo arriba de la mesa muchas fotos, impresas. Ya nadie imprime las fotos, una lástima. Me pongo a verlas y con sorpresa me detengo en una: Ale está tomando sol, con una capellina, en la playa, fue este verano, me cuenta, en Uruguay y yo  miro con alegría, casi con emoción, tiene puesto el colgante pero no digo nada, yo también lo tengo puesto y lo toco y en ese acto, se cuanto significa para mi.
Hace un año y pico nos llegaron los cuarenta. Tenían que llegar y llegaron. Nos encontraron a cada una de diferente manera, como viene la vida, como va sucediendo. Alguna sola, otra con todas las pilas, otra con ganas de festejar, otra bajoneada, todas con niños, pequeños, medianos y grandes.
La primera fue Mariana. Del cumple de Mariana al de Ale, que es la más chica, pasa casi un año. Siempre el mismo chiste. Las 71' y las 72'. Las más viejitas y las más jóvenes. Entonces se planteó el tema del regalo. Las chicas que viven en Córdoba dijeron de comprar para todas los mismo, un gesto tan dulce como adolescente. Propusieron un “muranito”. Un dije de cristal de Murano, chiquito, redondo, rojo. Así somos  las cinco, nada de ostentación ni de lujos. Hubo consenso de inmediato.
A mí me lo dieron en mi fiesta de cuarenta. Y cual niña pequeña, al recibirlo, hice cara de sorpresa, aún sabiendo lo que era. Yo hice fiesta, los cuarenta me llegaron con una gran movida interna, con búsquedas, con alegría y con mi muranito. Decidí festejar la vida, mi vida y ahí estaban ellas, como siempre.
Después se lo dimos a Mari, a Kari y finalmente a Ale. Las vueltas del país y de la economía no permitieron conseguirlos todos iguales, pero casi, qué importa. Dicen que ya no se consiguen.
Lo uso siempre, me combina con todo, esa es mi excusa. Creo que en realidad las que combinan con mi todo son ellas, mis amigas. Lo toco todo el tiempo, como una costumbre mientras pienso en Mariana, Maricel, Karina y Alejandra. Ellas saben que las extraño, las necesito, y que están siempre cerca de mi corazón en mi muranito rojo.

Las quiero mucho amigas!!!

Kari, Nat, Mari, Marian y Ale

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